¿Qué es la inflación? Aprenda todo sobre la inflación

Una vez más, uno de los temas más comentados a los que se enfrentan los mercados mundiales en estos momentos es la inflación y, dada su importancia, es crucial saber qué es y qué puede reflejar sobre el estado de la economía. 

Sumerjámonos en el tema:

Resumen

  • La inflación se refiere al aumento de los precios de los bienes y servicios, lo que reduce el poder adquisitivo del dinero.

  • Los distintos tipos de inflación son la estanflación, la deflación y la hiperinflación.

  • El objetivo de los bancos centrales es mantener la inflación en torno al 2-3% para lograr un crecimiento económico estable. 

  • Entre las causas de la inflación están los problemas de la cadena de suministro, el aumento de los costes de producción y la mayor demanda de los consumidores. 

  • Los bancos centrales gestionan la inflación ajustando los tipos de interés y utilizando herramientas como las operaciones de mercado abierto. 

  • El IPC y el IPP son medidas clave de la inflación y pueden reflejar cambios de precios para consumidores y productores, respectivamente.

¿Qué es la inflación?

La llamada tasa «ideal» de inflación, según la definen los economistas de los bancos centrales, es de aproximadamente el 2% anual. Esto significa que, en épocas de crecimiento económico saludable, los precios de una serie de bienes de consumo serán aproximadamente un 2% más caros cada año. (Fuente: Federal Reserve)

Sin embargo, la inflación puede aumentar a tasas superiores a esta medida debido a fenómenos tanto en el lado de la producción como en el de la oferta de la economía. Si los costes de producción de determinados bienes aumentan, debido a problemas en la cadena de suministro o escasez, por ejemplo, los fabricantes pueden repercutir los costes en los consumidores, provocando un aumento de los precios

A la inversa, cuando la demanda de determinados bienes registra una tendencia alcista, los precios pueden subir en paralelo. Si la oferta de crédito o dinero de un determinado país permite a los ciudadanos aumentar el consumo por encima de la capacidad del mercado para suministrar bienes, el aumento de la demanda y la oferta limitada hacen subir los precios.

La otra cara de la subida de precios de los bienes de consumo es que va acompañada de una disminución del valor de la moneda de una nación. Cuando los productos suben de precio, cada unidad de valor monetario puede comprar menos bienes. Por ejemplo, si a un consumidor le costó 40 dólares llenar el depósito de gasolina de su coche el año pasado, pero debido a una subida de los precios del petróleo, ahora le cuesta 60 dólares comprar la misma cantidad de petróleo, el valor de su salario ha disminuido, ya que ahora puede permitirse menos gasolina. Aquí es donde entra en juego la política monetaria, normalmente determinada por bancos centrales como la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra.

Inflación y política monetaria

Como ya se ha dicho, la mayoría de los bancos centrales fijan como objetivo una tasa de inflación anual de entre el dos y el tres por ciento. Una tasa de inflación excesivamente baja, o incluso la deflación, cuando los precios bajan, puede considerarse un signo de debilidad de las condiciones macroeconómicas de la economía de un país. Este fenómeno puede observarse cuando la oferta supera a la demanda, debido a que un mayor número de consumidores opta por ahorrar en lugar de gastar o a un aumento de la producción estimulado por la reducción de los costes de los insumos. La caída de los precios también puede dar lugar a un descenso de los salarios.

Por otra parte, cuando la inflación se eleva por encima de la banda objetivo, los salarios pueden tener dificultades para mantenerse, lo que dificulta a los ciudadanos el mantenimiento de su nivel de vida. En condiciones de hiperinflación, los precios suben un 50% o más en el transcurso de un mes, a menudo estimulados por perturbaciones externas como conflictos geopolíticos y una excesiva impresión de dinero por parte de los bancos centrales. En tiempos de hiperinflación, los bienes básicos necesarios para la actividad económica, como el trigo (ZW) o el petróleo, pueden llegar a escasear.

En consecuencia, los bancos centrales utilizan las herramientas de que disponen para mantener la estabilidad de precios, una subida constante de los precios que no caiga en la deflación ni aumente hasta la hiperinflación. Mientras que en el pasado las autoridades monetarias solían imprimir dinero para influir directamente en la oferta monetaria de la economía nacional, los bancos centrales actuales prefieren recurrir a las llamadas «operaciones de mercado abierto», o compraventa de bonos del Estado. Por ejemplo, durante la pandemia de coronavirus, la Reserva Federal compró grandes cantidades de bonos del Estado para apoyar la economía estadounidense.

Cuando un banco central compra bonos del Estado a agentes privados del mercado, aumenta la oferta monetaria. Lo contrario ocurre cuando los organismos responsables de la política monetaria, como la Reserva Federal, deciden vender sus tenencias de bonos del Estado. Los bancos centrales son especialmente propensos a intentar aumentar la oferta monetaria en épocas de menor actividad económica, como la vivida a raíz de la pandemia del COVID-19.

Tipos de inflación 

Hay varios tipos de inflación a tener en cuenta, y algunos de ellos son los siguientes:

Estanflación 

Marca una época de inflación unida a un estancamiento económico, que conduce al caos económico, y puede surgir del deterioro económico, el desempleo y la adversidad económica. 

Aunque los bancos centrales se enfrentan a un sinfín de retos, la estanflación es sin duda uno de los más destacados. 

Deflación 

La deflación o inflación negativa es lo contrario de la inflación. Marca la caída general de los precios de bienes y servicios asociada a la contracción de la masa monetaria y a la caída de la productividad y los avances tecnológicos.

Hiperinflación 

Se refiere a subidas extremas y rápidas de los precios de productos y servicios, normalmente a un ritmo superior al 50% cada mes, y puede surgir de un repunte de los precios de bienes esenciales como el combustible y los alimentos.

Conclusión 

La inflación es un factor económico complejo pero crítico que afecta a todos los aspectos de la economía, desde el poder adquisitivo de los consumidores hasta las políticas de los bancos centrales. Comprender sus causas, sus efectos y las herramientas utilizadas para gestionarla ayuda a los inversores, las empresas y los consumidores a navegar por las cambiantes condiciones económicas. Con datos económicos importantes como el IPC y el IPP que se publicarán en abril de 2024, la reacción del mercado a estos indicadores de inflación se seguirá de cerca para conocer la salud de la economía mundial. Los bancos centrales desempeñan un papel crucial a la hora de garantizar la estabilidad de precios, pero sus acciones deben equilibrar cuidadosamente la inflación y el crecimiento económico para evitar consecuencias negativas como la hiperinflación o la deflación.

Preguntas frecuentes:

¿Qué es la inflación? 

La inflación es la tasa a la que los precios de los bienes y servicios aumentan con el tiempo, lo que provoca una disminución del poder adquisitivo del dinero. Una tasa de inflación típica y saludable se sitúa en torno al 2% anual, ya que refleja un crecimiento económico equilibrado. La inflación puede aumentar por encima de este objetivo debido a factores como los costes de producción, los problemas de la cadena de suministro o el aumento de la demanda de bienes.

¿Cuáles son las causas de la inflación? 

La inflación puede deberse tanto a factores relacionados con la oferta como con la demanda. Los problemas relacionados con la oferta, como la escasez o el aumento de los costes de producción, provocan subidas de precios. La inflación por el lado de la demanda se produce cuando la demanda de bienes por parte de los consumidores supera a la oferta, haciendo subir los precios. Además, un aumento de la oferta monetaria o del crédito puede alimentar la inflación.

¿Cómo afecta la inflación a la economía?

La inflación puede reducir el valor de la moneda, lo que significa que la gente puede comprar menos bienes con la misma cantidad de dinero. Por ejemplo, si los precios de la gasolina suben debido a la inflación, la gente puede permitirse menos gasolina con el mismo sueldo. Aunque una inflación moderada es habitual en las economías en crecimiento, una inflación excesiva o hiperinflación puede dañar el poder adquisitivo y provocar inestabilidad económica.

¿Cuál es el papel de los bancos centrales en la gestión de la inflación?

Los bancos centrales, como la Reserva Federal, tratan de mantener una inflación estable, normalmente con un objetivo del 2-3%. Si la inflación sube demasiado, los bancos centrales pueden subir los tipos de interés o realizar operaciones de mercado abierto (compra o venta de deuda pública) para controlar la oferta monetaria. Por el contrario, si la inflación es demasiado baja, pueden aplicar políticas para fomentar el gasto y la actividad económica.

¿Qué son el IPC y el IPP?

El Índice de Precios de Consumo (IPC) mide la variación media de los precios pagados por los consumidores por bienes y servicios. El Índice de Precios de Producción (IPP) registra las variaciones de los precios de venta percibidos por los productores nacionales. Ambos son indicadores clave de la inflación y pueden reflejar distintos aspectos de la evolución de los precios en la economía.

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